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La Mazmorra Abandon - La mejor selección de abandonware de terror y misterio de la red :: Ver tema - El incunable
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niktgrump Supremo Inquisidor
Registrado: Jun 05, 2006 Mensajes: 868
Publicado: Mar Ago 25, 2009 11:18 pm Asunto : El incunable
Sólo podrÃa sacarme de mi retiro un anuncio como aquel. El viejo N., un librero al que habÃa comprado en diversas ocasiones varios volúmenes, me avisaba que el libro que buscaba yo con tanta ansÃa él lo habÃa encontrado y me daba la ocasión de echarle un vistazo.
He de decir para quien no me conozca que mi biblioteca privada es mi única alegrÃa y también mi obsesión. Encuentro en su olor a páginas y cuero envejecidos, en su silencio reverente y en sus palabras, desde las iluminadas a las más necias, la paz que no he hallado en el mundo ajeno a ella.
Me habÃa citado pasada la medianoche, ciertamente una hora extraña, pero he de reconocer que no me importó lo más mÃnimo, tanto me consumÃa la excitación de ver al fin aquel libro del que tanto se hablaba entre susurros, y al que habÃa llegado a creer una mera leyenda o, incluso, la broma de alguien para que yo me atormentase buscándolo.
El trayecto hasta el pueblo donde N. tenÃa su tienda de viejo se me hizo interminable. La impaciencia me devoraba y en una noche sin luna ni tan siquiera podÃa distraer mi mente mirando el paisaje.
El tema del libro no tenÃa ningún interés en realidad para mÃ. Era un tratado de magia negra, a mi entender, meras supercherÃas en las que me negaba a creer. Pero aquellas hojas estaban envueltas en una historia más interesante que la tratada en su interior. Se aseguraba que no sólo su autor habÃa enloquecido, si no que la cordura de los propios lectores estaba en peligro al leer los terrores que dejaban al descubierto aquel escrito. Y conocÃa varias terribles anécdotas que trataban de probarlo. Reconozco que creÃa en ellas tanto como en la brujerÃa, pero encendÃan mi imaginación y parte de mà no sólo deseaba descubrir que habÃa de cierto si no que fueran reales.
El pueblo finalmente apareció a la vista. Una fina capa de niebla lo inundaba como un sudario frÃo y húmedo.
Despedà al cochero frente a la puerta de la librerÃa y me arrebujé en mi abrigo. Sobrecogido por la tétrica estampa me movà más como un ladrón que como el caballero que soy. Llamé tÃmidamente a la puerta y pronto pude ver por el ventanal repleto de las portadas de muchos libros la luz de una vela moviéndose.
Traté de calmar mis nervios diciéndome que faltaba poco para que mis dedos acariciasen aquellas hojas que tanto habÃan anhelado.
Cuando N. abrió finalmente la puerta el corazón me dio un vuelco pues adiviné que no mentÃa y que aquel libro estaba en su poder.
N. habÃa sido siempre la imagen del hombre tranquilo. Un cuerpo rechoncho de movimientos pausados y algo torpes, voz grave y meditabunda y, sin embargo, de ojos vivaces, llenos de curiosidad. Sin embargo lo que apareció ante mi aquella aciaga noche apenas si se le parecÃa. Las manos crispadas, la que sostenÃa el pebetero temblaba de tal forma que amenazaba con derramar la cera de la vela por toda la estancia. Sus pequeños ojos marrones se movÃan de lado a lado sin fijar la mirada en sitio alguno, mientras su boca se torcÃa en una mueca de terrible preocupación. Unas perlas de sudor aparecÃan en su calva pese al frÃo de la noche.
Pareció no verme hasta pasados unos segundos.
-Ah, es usted. -dijo finalmente abandonando su estado de estupor volviendo a su calma habitual. -Pase, pase. -Hizo un gestos con su brazo y saco la cabeza a la calle como si se tratase de un conspirador que temiese estar siendo espiado.
He de reconocer que el nerviosismo de N. terminó por alterar mi estado, si bien traté de mantener la compostura y me demoré al quitarme mi abrigo. El viejo librero no se ofreció a guardármelo y debà sujetarlo con mi brazo.
-Asà pues, ¿lo ha encontrado? -Obvié todo formalismo. N. volvió al punto a su estado de excitación.
-No deberÃa haber venido. No tiene idea usted de lo que es. -La voz de N. tembló de tal manera que un escalofrÃo recorrió mi espalda. ¿Qué habÃa visto aquel hombre, por norma apacible, que le habÃa puesto en tal estado? Aquella pregunta no hacÃa más que alimentar mi curiosidad y que creciesen mis deseos de ver aquel libro pero para mi desesperación se dejo caer en un sillón en vez de mostrármelo al momento.
-¿Lo ha leÃdo?
N. negó con la cabeza, una mirada horrorizada en la cara.
-Yo no sabÃa... -Se pasó la lengua por los labios intentando tal vez hallar las palabras. -Es malvado, el mismo libro, como si su contenido hubiese pervertido a las paginas en la que está escrito. Yo no sabÃa, no creÃa... de otra forma, jamás se lo hubiera buscado. El vacÃo no es tal. -N. calló durante un minuto. Estaba absorto en sus pensamientos y yo no encontraba palabras que decir para apremiarle a que me mostrase el volumen. -En mi búsqueda la mayorÃa de mis contactos negaban su existencia, incluso se reÃan de mi por creer en tal leyenda, los pocos que desconocÃan de su existencia no parecÃan encontrar nada y uno me recomendó que no buscase por si lo encontraba. Lo cierto es que habÃa olvidado mi investigación tras tantos meses infructuosos. Y ayer encontré sobre el mostrador un paquete sin remitente ni nota pidiendo precio o dando explicación alguna. Supe enseguida lo que era antes de romper el papel en que estaba envuelto. SentÃa un temor reverencial. No podÃa siquiera acercarme al bulto pero a su vez sentÃa su llamada con una voz muy clara dentro de mi cabeza. No sé cuanto tiempo permanecà de pie luchando contra mi mismo. Tratando de decidir si abrÃa o no el envoltorio. Finalmente ganó mi curiosidad. Era lo que yo sospechaba y lo que usted anhelaba. Y a pesar de parecer un libro normal rezumaba... maldad.
-¿Dónde lo tiene? -Empezaba a molestarme tanta cháchara.
-No llevaba tÃtulo alguno en las tapas y me negaba a abrirlo. Decidà llevarlo al sótano, donde mi almacén y llamarlo a usted. Al cogerlo noté un peso excesivo, no un peso si no más bien una resistencia del propio libro a ser escondido. OÃa otra vez la voz pidiéndome que ojeara, que lo leyese y sin embargo me negué. Lo dejé sobre una mesa y, por ridÃculo que suene, al subir las escaleras tuve que mirar dos veces a mis espaldas para asegurarme que no habÃa cobrado vida y me seguÃa. Le mandé el recado para que viniese, no sé por que retrasando el encuentro a hoy cuando lo que deseaba era deshacerme del libro cuanto antes.
-Démelo. Asà ambos estaremos contentos. -ArdÃa en impaciencia.
-Espere. Con mi historia estoy intentando ahorrarle horrores sin fin. Escúchela, por favor.
-No me hará cambiar de opinión. Antes al contrario.
-Es la ignorancia la que habla por usted... ha sido un error que viniera. Ojala hubiera destruido el libro.
-¿Destruirlo? -Estallé. -Ha enloquecido. Demasiados libros, como Alonso Quijano.
-Me temo que esa enfermedad nos es común. Sólo trato de salvarlo ya que yo estoy perdido. A pesar del temor me obsesionó. No tarde en cerrar las puertas de la librerÃa a pesar de que apenas era mediodÃa. No dejaba de pensar en sus tapas negras y en lo que contenÃan. Me senté durante horas en el almacén sintiendo un frÃo sobrenatural en mis huesos hasta que una imposible ráfaga de viento abrió el libro e hizo que sus páginas desfilaran ante mis ojos. Las hojas se movÃan adelante y atrás deteniéndose a veces para que yo pudiera leer aterrado un párrafo o viese alguno de sus dibujos.
-Creà que habÃa dicho que no lo leyó.
-Y no lo hice. Me vi transportado. Eran sensaciones vividas de las que no he salido hasta que no ha llamado a la puerta, como si el libro me dejase marchar sabiendo que tenÃa una nueva victima. No sabe lo que es.. no puede saberlo... el vacÃo estelar, su frÃo y de pronto saber que no es tal, que hay voluntades tan ajenas a la humana, sentir sus ansÃas, sufrir sus combates. Dioses y nosotros meras hormigas. Hundirse en el océano, saber que sus pulmones están anegados, que tu cuerpo se aplasta ante el peso de tanta agua y ver, pese a estar en una oscuridad que nunca ha conocido la luz, una ciudad de formas imposibles en el fondo arenoso y que su señor duerme esperando el momento de tomar el control de la superficie y someter y destruir a la raza humana y que no hay esperanza, que los que lo combaten sienten el mismo desprecio por nosotros...
-Muéstramelo. -Zarandeé al viejo que salió de su ensoñación. QuerÃa ver con mis propios ojos tales maravillas. Le di la espalda y busque la entrada al sótano con mi mirada. N. puso su mano en mi espalda tratando de detenerme.
-Deténgase, se lo ruego. -Pero yo estaba enloquecido. Sus, estaba seguro que de eso se trataba, locuras habÃan excitado mi imaginación aun más. Abrà dos puertas hasta encontrar las escaleras que descendÃan al sótano. El librero me seguÃa gimiendo que me detuviese. Pero en ese punto ni las trompetas del Juicio Final harÃan que me parase.
Baje a trompicones las escaleras, a punto de tropezar varias veces. OÃa la voz de la que hablaba el viejo resonar en mi cabeza, llamándome, guiándome.
El sótano estaba a oscuras salvo la mesa donde descansaba el libro. La estancia estaba helada con un frÃo extraño que se clavaba en los huesos y que hacia que nubes de vaho se escaparan a cada una de mis respiraciones. Y al olor de las paginas amarillentas y del moho se le unÃa el del terror.
Me detuve frente al escritorio. La respiración entrecortada. N., que me habÃa alcanzado, tenÃa razón, nada diferenciaba a este libro de cualquier otro y sin embargo... emanaba de el un algo... maldad lo habÃa llamado, pero no se trataba exactamente de eso... era... ¿acaso vida propia? ¿conciencia?...
N. volvió a agarrarme del hombro sacándome de terribles ensoñaciones.
-¿Cuánto pide por él? -En ese momento hasta mi alma inmortal me hubiese parecido un precio pequeño.
-¿No lo entiende? Debemos destruirlo ahora que estamos a tiempo, antes de que nos atrape.
Una sacudida me recorrió todo el cuerpo ante la idea de que el librero cumpliera su amenaza. Intente agarrar el libro para protegerlo pero N. me empujó y se interpuso entre el mueble y yo.
Me abalancé sobre él completamente enloquecido. Le golpeé como una bestia salvaje y él se defendió con todas sus fuerzas.
-Sus secretos serán para mi. -Me oà decir.
CaÃmos sobre la mesa. Yo sobre N. notando como sus pies pateaban el suelo tratando de erguirse. Su cara se amorataba a cada nuevo puñetazo, pero seguÃa hablando, palabras que yo no oÃa. Estaba poseÃdo, escuchando otras voces en mi cabeza.
Trató de liberarse de mi una última vez. Agarré el tomo y le golpeé con él, una vez, otra y otra... su sangre me manchaba y no me importaba, era una liberación tal salvajismo. Incluso cuando su cara se convirtió en un amasijo de carne sin forma reconocible continué atacándola.
Caà de rodillas y solté el libro. La furia fue sustituida por el terror. Las tapas, todas sus hojas estaban empapadas de la sangre del librero. En mi afán por salvarlo habÃa destruido el libro, o eso creÃa.
Aquellas páginas absorbieron con el placer del hambre saciada la vida de N. y el Necronomicón se abrió ante mÃ.
FIN
Para ti, que no me dejas tiempo para escribir y que sin embargo me obligas a hacerlo.
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guardian Administrador
Registrado: Oct 28, 2005 Mensajes: 9908
Publicado: Mie Ago 26, 2009 4:38 am Asunto :
¡Jo! ¡Vaya sorpresa! Qué guardado te lo tenÃas, ¿ehhh? jajaja. No sabÃa que estuvieras escribiendo un relato durante estos dÃas
Me ha alegrado mucho ver de nuevo un escrito tuyo y he de decir que me ha gustado mucho. De las veces que mejor te he visto hacer uso de los sustantivos y los adjetivos dotando al texto de un gran grafismo. Sólo se observa algún término repetido en una o dos ocasiones en apenas espacio alguno, pero eso con una segunda lectura de corrección se soluciona. En lÃneas generales, muy buen relato, mi más sincera enhorabuena
NOTA -> ¡Y anÃmate a hacer más!
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Lord_Damian Sepulturero
Registrado: Aug 04, 2008 Mensajes: 1022
Publicado: Mie Dic 09, 2009 7:29 am Asunto :
Muy buen relato el del señor Nikt... Como bien dijo Guardián, esta dotado de un gran grafismo. Muy bueno.
PD: Admito que antes no me habÃa detenido a mirar todos los relatos y hoy un pequeño insomnio me hizo hacer pasar por la zona del terror
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niktgrump Supremo Inquisidor
Registrado: Jun 05, 2006 Mensajes: 868
Publicado: Dom Dic 13, 2009 3:28 pm Asunto :
Gracias por comentar Lord. Lo cierto es que la sección de relatos parece estar algo olvidada y sin embargo tiene cosas más que interesantes.
Espero que despues de leer tan terribles historias pudieras conciliar el sueño xD
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